“Bienaventurados” Los Pobres En Espíritu Mateo 5:3 RVR1960

Sermon  •  Submitted
0 ratings
· 617 views
Notes
Transcript
“Bienaventurados”
Los Pobres En Espíritu
Bienaventurados
Mateo 5:3 RVR1960
Matthew 5:3 RVR60
3 Bienaventurados los pobres en espíritu, porque de ellos es el reino de los cielos.
Reina-Valera 1960 (RVR1960)
3 Bienaventurados los pobres en espíritu, porque de ellos es el reino de los cielos.
Imagínate cómo se concentró la atención de la multitud en Jesús cuando él pronunció la primera palabra “bienaventurados”. Esta era una palabra poderosa para los que oían a Jesús ese día. Para ellos quería decir gozo divino y perfecta felicidad. La palabra no se usaba para los seres humanos; describía la clase de alegría que experimentaban sólo los dioses o los muertos. “Bienaventurados” implicaba una satisfacción y suficiencia internas que no dependían de las circunstancias externas. Eso es lo que el Señor les ofrece a los que confían en él.
Nuestra actitud hacia nosotros mismos (5:3).
Ser pobre en espíritu quiere decir ser humilde, tener una opinión correcta de uno mismo
Romans 12:3 RVR60
3 Digo, pues, por la gracia que me es dada, a cada cual que está entre vosotros, que no tenga más alto concepto de sí que el que debe tener, sino que piense de sí con cordura, conforme a la medida de fe que Dios repartió a cada uno.
Romans 12:3
Reina-Valera 1960 (RVR1960)
Acts 19:15 RVR60
15 Pero respondiendo el espíritu malo, dijo: A Jesús conozco, y sé quién es Pablo; pero vosotros, ¿quiénes sois?
3 Digo, pues, por la gracia que me es dada, a cada cual que está entre vosotros, que no tenga más alto concepto de sí que el que debe tener, sino que piense de sí con cordura, conforme a la medida de fe que Dios repartió a cada uno.
Acts 19:15
Acts 19:15
Reina-Valera 1960 (RVR1960)
15 Pero respondiendo el espíritu malo, dijo: A Jesús conozco, y sé quién es Pablo; pero vosotros, ¿quiénes sois?
Pobre en espíritu es lo opuesto de las actitudes de autoalabanza y autoafirmación que el mundo promueve. No es una falsa humildad que dice: “¡No valgo para nada! ¡No puedo hacer nada!” Es franqueza con uno mismo: nos conocemos, nos aceptamos y tratamos de ser nosotros mismos para la gloria de Dios.
La primera bienaventuranza identifica el punto donde comienza toda obra espiritual en la vida del hombre: un reconocimiento de la pobreza de nuestra propia condición. Es el resultado de un momento de iluminación, producido por el Señor, donde desaparecen todas las cosas que nos han llevado a creer que somos algo. Nos vemos como él nos ve: en un estado de bancarrota espiritual.
El mejor ejemplo de esto lo tenemos en la historia del hijo pródigo. Los días de gloria en los cuales la vida era una sucesión de fiestas, facilitada por una abultada billetera y un interminable desfile de admiradores, habían quedado atrás. Sentado entre los puercos, con la ropa rasgada y sucia, sintiendo el implacable acoso del hambre, el muchacho «volvió en sí». Es decir, llegó un momento en el cual vio su verdadera condición y entendió que estaba absolutamente perdido y solo en el mundo. La pobreza de su condición lo llevó a emprender el camino de regreso hacia la casa de su padre.
Pobreza de espíritu, debemos aclarar, no se refiere exclusivamente a la experiencia que eventualmente nos conduce a la conversión. Más bien es una condición a la cual periódicamente nos llevará de nuevo el Señor. A medida que transitamos por la vida, una y otra vez caemos en posturas de soberbia y altivez que son contrarias al espíritu del reino. La única esperanza para nosotros, en esas ocasiones, será volver a percibir nuestra real condición espiritual. Tal fue la experiencia de Pedro que, llevado por su propio entusiasmo, quiso dar testimonio de su fidelidad a Jesús entregando su vida por él. El quebranto, doloroso y profundo, le ayudó a ver con absoluta claridad su condición personal.
Cristo proclamó que la bendición que acompañaba esta condición era poseer el reino de los cielos. En esto, no podemos dejar de notar el marcado contraste con los conceptos del mundo, donde los reinos se conquistan con fuerza y violencia. Las ambiciones agresivas de aquellos que han llegado a las más altas posiciones en el mundo político, empresarial o cultural parecen confirmar la observación de que en este mundo no hay espacio para los débiles ni los humildes.
Y esto creemos, hasta que aparece en medio nuestro una Madre Teresa, una diminuta figura que se dedicó sin reservas a servir a los más olvidados de la tierra. Hacia el final de su vida caminó entre los poderosos, entrevistó a presidentes y reyes, y compartió su mensaje con billones de personas. Pero no lo logró por esfuerzo, sino por el camino de la pobreza de espíritu. En el ámbito espiritual, el reino es entregado a aquellos que reconocen que no poseen aptitud alguna. Debemos recordar la palabra del Señor a los israelitas, «en la conversión y en el reposo seréis salvos; en la quietud y en confianza estará vuestra fortaleza».
Isaiah 30:15 RVR60
15 Porque así dijo Jehová el Señor, el Santo de Israel: En descanso y en reposo seréis salvos; en quietud y en confianza será vuestra fortaleza. Y no quisisteis,
Para pensar:
«Tú dices: Yo soy rico, me he enriquecido y de nada tengo necesidad. Pero no sabes que eres desventurado, miserable, pobre, ciego y estás desnudo»
Revelation 3:17 RVR60
17 Porque tú dices: Yo soy rico, y me he enriquecido, y de ninguna cosa tengo necesidad; y no sabes que tú eres un desventurado, miserable, pobre, ciego y desnudo.
Revelation 3:17
Related Media
See more
Related Sermons
See more